En boca de un poeta:

Canto de amor a Stalingrado

Honor a ti por lo que el aire trae,
lo que se ha de cantar y lo cantado,
honor para tus madres y tus hijos
y tus nietos, Stalingrado.
Honor al combatiente de la bruma,
honor al Comisario y al soldado,
honor al cielo detrás de tu luna,
honor al sol de Stalingrado.


martes, 8 de septiembre de 2009

Aves de paso, damas de noche

¿ Cuántos siglos pasarían?


Ella era lanzada y hermosa
yo Don Nadie, que se creyó Don Juan
la cruz, la espada y la rosa,
del vividor, del golfo, del truhán.


La verdad que no era piadosa,
Raquel cuando me subía al desván,
en el juego de amar peligrosa,
manzana prohibida de Adán.


Pasó lo que tenía que pasar, un día
de mucho frío, debajo de un puente,
nuestro calor, la dulce sintonía

de dos siendo uno solamente.
Raquel:¿ Cuántos siglos pasarían?
Sin que no pasaras por mi mente.


Aitor Cuervo Taboada


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El día que dormiste en mi cama


Aquel día, que dormiste en mi cama
tras la noche de fiesta por Lardero,
cuando yo te disfrazé de dama
y quise ejercer de caballero.


Dejo mis cañamones de ketama
me arrodillo, me quito el sombrero,
mi corazón que todavía te ama
se quedó varado en un “te quiero”.


Los rayos del impertinente Sol
se estrellaban contra tu cabeza,
tú me dijiste demasiado alcohol

y ahí, yo tuvé la certeza,
que medido en escala si-be-mol
podía tu maldad a tu belleza.


Aitor Cuervo Taboada


Salud y largas noches al amparo de las dama de noche, y las aves de paso.

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