Perroflauta Tour, crónica oficial.
Miércoles 25- Día 1
Era miércoles, Miguel había dormido en mi casa, nos levantamos pronto, a eso de las diez de la mañana, habíamos quedado con un pibe para subir a Madrid, en su coche con él y con su pastor alemán, pero hubo un fallo grave en lo que a comunicación se refiere y nos quedamos tirados y sin conductor ni coche. No pasaba nada, guardaba en las mangas de la chaqueta un plan “b” e incluso un “c” por si el mundo se revelaba contra nosotros. Visto que subir directos a Madrid en carro era imposible, decidimos ir en autobús a Burgos y le dimos un toque al maestro Rotten Kovalenko que quedó en esperarnos a las tres en la estación de esa ciudad castellana.
Al hacer los equipajes, y debido a que se disipaba una deriva ingobernable, cargamos las mochilas con un timbal, uno bien grande que me traje de Cuba, una Ice Bond (pipa) y otras necesidades básicas de esas que vienen en el manual de supervivencia del perroflauta. Fuimos a la estación y sacamos los billetes, faltaba media hora para que zarpará el vehículo, nos dio tiempo de ir a un comercio adyacente a robar chocolatinas y a estar un rato en el parque dándole al chocolate, subimos al bus sosegados, tanto que una vez dentro y espatarrados nos despojamos del calzado y de la camiseta, se estaba de lujo.
Fuimos conversando, oyendo música y maquinando una ele de tamaño desproporcionado, el viaje fue ameno, a las tres en punto llegamos, habíamos salido a la una. Bajamos del bus y salimos de la estación, allá estaba Rotten, con él estaba Seth (Seth es el simpático personaje que acompaña a Rotten en sus aventuras y lleva una zapatilla de cada color). Abrazos, camaradería, buen rollo en definitiva. Pronto Rotten se puso al frente del pelotón y nos dirigió a la acampada de Burgos, por el camino no pudimos resistir la tentación de hacernos fotos con la estatua de un policía que hay cerca de la catedral, sacamos la tricolor, paramos a un espontáneo y puños en alto (menos Seth) inmortalizamos el momento.
Llegamos a la acampada, allí se respiraba un ambiente cojonudo, jóvenes en su mayoría, muy concienciados/as y dispuestos/as a enfrentar los problemas de raíz, muy lejos de lo que se encuentra aquí en Logroño, pero bueno, estas son las crónicas de mis aventuras, así que prescindiré hablar del 15 M en la medida de lo posible, aunque me va a ser complicado. Estuvimos un rato largo, comimos y de sobremesa. Después Rotten nos dirigió a un bar llamado el Cubo donde sirven las míticas jamaicanas (cervezas en una jarra de mil litros por lo menos) que son infinitamente dulces. Estuvimos poco rato, el suficiente como para apalabrar con el tipo del bar un recital en breve, bien, bien. Volvimos a la acampada, se pasaban las horas y habíamos decidido llegar a Madrid a dedo, haciendo autostop vaya, así que fuimos a comprar nuestros billetes, cogimos un cartón y un rotulador y ya estaba todo solucionado, el cartel (que perdimos luego en Sol) rezaba: “Democracia Real Madrid”, pues había meditado yo que sería fácil enganchar a algún coche con el tirón que ha tenido esto del 15 M y la gran coba mediática que se le ha dado, de todo esto luego veréis fotos.
Serían las siete cuando decidimos seguir el camino, entre besos y abrazos de los/as compañeros/as de Burgos partimos, montamos en el coche de Seth, y éste que llevaba de copiloto a Rotten nos dirigió a una gasolinera a 10 kms de Burgos, punto estratégico decía el Seth para eso de hacer dedo. Allí nos quedamos, nos despedimos de nuestros colegas burgaleses, no sin antes decirles que si en un par de horas no nos cogía nadie les llamaríamos para que vinieses a buscarnos, pero eso era una probabilidad por mi desechada, llegaríamos a Madrid haciendo autostop, así sería, y así fue.
Llevábamos veinte minutos en la carretera y los ánimos no decaían, hacía un sol que jodía, pero ahí estábamos con fuerza y tesón aguardando nuestro momento, personalmente me he recorrido el Estado en viajes y similares y todavía quedan locos/as altruistas por el mundo que hace factible eso de viajar a esa vieja usanza. Nos turnábamos con el cartel y eso. Al poco paró un coche unos cien metros más adelante, era un Audi A4, por lo que yo había pensado que no era por nosotros el motivo de su parada, cuando de repente se baja un tipo del coche y empieza a llamarnos. Fuimos pa´ allá a toda ostia, llegamos jadeando. El tipo abrió el maletero, cargamos las mochilas y montamos, rumbo a Madrid, así “by the face”.
Igor se llamaba el buen hombre del Audi que nos recogió, era majo, charlaba mucho, venía de Cantabria de ver a un familiar y regresaba a San Sebastián de los Reyes que es donde tiene fijada su residencia. Al poco de hablar, le dijimos que veníamos de Logroño. Igor nos comentó que tenía un primo muy “radical” por allí y le respondimos que lo teníamos que conocer fijo, y en efecto lo conocíamos, Pabliño, un habitual de los movimientos sociales y antifascistas de Logroño, que para más INRI llevaba varios días junto a nosotros en las asambleas de la Plaza del Mercado. Ipso facto le llamamos, me puse y yo y le vacilé un poco, luego se puso su primo y el chaval flipaba, y normal, yo sigo flipando, que pequeño es el mundo.
Fue un viaje de la ostia, fumando, conversando y jurando mantener el contacto, una experiencia cojonuda, doscientos y pico kilómetros más allá llegábamos a San Sebastián de los Reyes, Igor nos dejó en la puerta de una estación de metro, despedida y abrazos de nuevo.
Nos metimos en la boca del metro, destino Tribunal, teníamos que hacer un transbordo no sé donde, en los vagones aprovechamos pa´ cenarnos algo, así muy gochamente, la gente nos miraba, era la primera vez de Miguel en esa maravillosa ciudad, y eso es algo equiparable al día que te desvirgas, jamás olvidaré como el hijo de puta del cura que era director de mi instituto me dejó abandonado en Madrid junto a otros/as compañeros/as, pero me desvío, eso ya lo conté en su día. Llegamos a Tribunal, a las once había una Jam poética en la que yo participaba y llegamos muy apurados. Allá estaban Inés, Laura y otras muchas caras conocidas y otras por conocer, entre estas últimas la de Sara, con la que me tocó compartir bastantes momentos los días posteriores por azares del destino. Animamos a Miguel a que leyerá algo, pues últimamente anda escribiendo y tras hacerse derogar un poco accedió, la primera vez que se subía a un escenario y era el del Bukowsky! Joder, eso sí que es una primera vez inolvidable, la cosa no estuvo mal, muy emotivo y con reivindicación el recital en conjunto. Finalizamos a las doce y media o algo así, y pusimos dirección a la comuna de sol, donde habíamos quedado con mi hermano el grandérrimo Antoni Díez que echaría allá la noche con nosotros, aunque al final no la echó, pero como ya he pasado la medianoche todo lo que viene a continuación lo publicaré seguramente mañana o pasado en la segunda parte de esta, la crónica oficial del Perroflauta Tour.
Aitor Cuervo Taboada
Salud, besos y abrazos.
En la segunda parte: escapada nocturna a Lavapiés, amanecer en Sol, el chiringo “okupado” de Laura en Vallekas, viaje a Fuenlabrada y épica presentación de mi poemario allá y vuelta a Madrid, pasaron muchas cosas, verdaderamente una aventura de la ostia.
Gran crónica!. Asi, con pelos y señales jejee.
ResponderEliminarSolamente una palabra:
ResponderEliminarCRACK.
Pasando por Burgos (y en concreto por la Plaza Mayor) y yo sin verte. Bueno, espero que vengas para dar algún recital por aquí y que, por supuesto, me entere. Un saludo
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