La vida cabía en una mochila
La vida cabía en una mochila,
los sueños en un vagón de tren,
el futuro en un vaso de tequila,
todo el mal cabía en un poco de bien.
Sin más patria que la carretera,
sin más techo que las estrellas,
sin más espera que la propia espera
dinamitando amaneceres y botellas
Quise viajar a todas las ciudades,
a todas las montañas y desiertos,
quise ir al parnaso, quise ir al Hades,
quise estaciones y quise puertos.
No me busques: nos vemos en el camino,
siempre habrá tiempo para una parada,
y compartir los secretos y el vino
de los que viven sin rumbo ni posada.
Una mochila como único equipaje,
huyendo de rutinas y facturas
haciendo del vivir eterno viaje
llenando la retina de aventuras.
Compañeros del alma, compañeros,
que el espíritu no decaiga ni se venda
mochileros del mundo, mochileros,
nos vemos en el camino, en la senda.
“La vida cabe en una mochila”, me dijo mi padre hace muchos años en uno de aquellos viajes que acostumbramos a hacer, peregrinábamos a Santiago en dicha ocasión, de mi padre, aparte de muchas cosas malas, heredé también ciertas cosas bonitas, tales como el gusto por el monte, el amor a los animales y sobre todo el viajar, el viajar ejerciendo siempre de montaraz.
Una gran parte de mi vida la he dedicado a via
jar, a mochila, a mi manera, echándole morro a la vida y viviendo experiencias constantes e inolvidables, los que me conocen saben de esta faceta mía y muchos me vieron por el camino, un camino que muchas veces carece y carecía de un rumbo predeterminado, sin prisa, sin vértigo. Mis ojos conocieron muchos nombres, muchas ciudades y pueblos a lo largo de la geografía íbera. Creo también que he tenido suerte ya que no guardo malos recuerdos ni complicaciones graves mientras caminaba, todo lo contrario, en el camino encontré hermanos de verdad, compañeros en la definición más literal de la palabra, oj
os, promesas de volver, puertos con y sin mar para ejercer de marinero, caminando encontré felicidad.
Esto va dedicado a los que viajan, a los que viven su vida en el camino, a los compañeros de fatigas, de la puta bohemia, de las noches bien perdidas...esto va dedicado al que yo fui, a los resquicios que quedan y a esas cenizas q
ue con certeza avivarán y traerán nuevos fuegos y nuevos horizontes que renovar día tras día con pretensión de evitar siempre la rutina.
Salud y buen camino.
Aitor Cuervo Taboada.
qué fotón, aitor =)
ResponderEliminarsalud